No reímos siempre con el mismo chiste, pero lloramos una y otra vez con la misma situación, ¿por qué?
Un sabio estaba frente a una sala llena de público, y relató un chiste.
Todos rieron a carcajadas.
Contó el mismo chiste otra vez, y sólo algunos rieron.
Lo siguió repitiendo hasta que nadie reía, todos lo miraban sin entender.
Se quedó en silencio viendo al público, hasta que dijo:
"Si no pueden reírse del mismo chiste varias veces, ¿por qué lloran por el mismo problema una y otra vez?"

¿Como explicamos este comportamiento?
Al
reír no ponemos ninguna traba, dejamos que fluya y lo expresamos sin temores.
Lo vivimos al máximo de manera natural, reímos todo lo que el cuerpo quiera (y si "aguantamos" la risa, ya sabemos que surge con más intensidad).
En
cambio, cuando hay una situación estresante (que nos genera dolor, no nos gusta,
juzgamos como "mala", es vergonzosa, no queremos que los demás se
enteren) la reprimimos, la escondemos, intentamos evadirla, que no suceda más;
en lugar de dejar que corra por cada una de nuestras células y se viva tal como
es.
¿Para qué?
Para mantener una imagen:
"¿qué pensarán de mí si muestro esta reacción?",
"estaría fuera de lugar que mis impulsos salgan a la luz",
"debo controlarme",
"no quiero dar lástima",
"no quiero que se enojen conmigo",
"si lo expreso entraremos en conflicto",
"no sé qué pueda suceder si hago esto",
"no quiero que haya problemas",
"mejor mantener el agua calma".
¿Para qué?
Para mantener una imagen:
"¿qué pensarán de mí si muestro esta reacción?",
"estaría fuera de lugar que mis impulsos salgan a la luz",
"debo controlarme",
"no quiero dar lástima",
"no quiero que se enojen conmigo",
"si lo expreso entraremos en conflicto",
"no sé qué pueda suceder si hago esto",
"no quiero que haya problemas",
"mejor mantener el agua calma".
Todos
estos pensamientos y sentires surgen desde el miedo. Estamos acostumbrados a
vivenciar todas aquellas situaciones que juzgamos como "buenas" sin
ningún problema, y aquellas que juzgamos como "malas" quedan
guardadas. Pero aquello que se escondió o quedó sin resolver está siempre
esperando a salir. Y va a aprovechar todas las oportunidades que se presenten para liberarse.
Cuando llega el día en que esta situación es atravesada sin intentar manipularla o eliminarla, VIVIÉNDOLA tal como es y aceptando, en ese momento se coloca el punto final.
Y nuestra biología comprende que el tema ya fue solucionado, por lo tanto ya no va a ser necesario repetir el trauma.
·Permitir que la emoción te informe qué está pasando contigo, y atenderla de la mejor forma.
·Identificar la emoción: ¿Dónde la siento?¿Cómo la siento?
·Poner palabras a todas esas sensaciones y sentimientos
·Ver la emoción como una fuerza que busca expresar una necesidad, y ayudarla a que complete su movimiento, que termine su camino.
·Ahora tenemos disponible toda la energía que usábamos para reprimir la emoción en forma de relajamiento, creatividad, satisfacción...
EL
MIEDO A LA COSA, TRAE A LA COSA. ¿Para qué? PARA DEJAR DE TENERLE MIEDO A LA
COSA.
Y
a otra cosa mariposas.
Alexis
Sabrina
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